Es probable que te tomes unos días de descanso, ya sea en la ciudad, la playa, el campo o la montaña. A menudo pensamos que meditar requiere condiciones especiales o herramientas específicas, pero la verdad es que la meditación puede integrarse de manera sencilla en tu día a día, sin importar dónde estés.
Estas vacaciones, te invito a experimentar la
meditación caminando, una práctica que te conecta con el momento presente. Si estás en la playa, por ejemplo, puedes caminar descalzo, sintiendo la textura de la arena bajo tus pies.

Elige una dirección que resuene contigo para comenzar. Mantén tus manos relajadas a los costados o donde te sientas más cómodo. Toma conciencia de tu respiración: inhala lenta y profundamente, permitiendo que el aire te llene de calma, y exhala dejando ir cualquier tensión.
Comienza a caminar despacio, colocando primero el pie derecho, luego el izquierdo, y siente cómo cada paso se convierte en un anclaje al presente. Observa las sensaciones en tus pies, el ritmo de tu respiración, los sonidos del entorno y la temperatura del aire en tu piel. Hazlo durante unos minutos o el tiempo que desees, sin presiones innecesarias.
Si estás en el campo, permite que tus pies toquen la tierra y observa los detalles de la naturaleza a tu alrededor: el sonido del viento, el canto de los pájaros o la calidez del sol sobre tu rostro. En la ciudad, puedes caminar por un parque o una calle tranquila, concentrándote en las sensaciones internas más que en el ruido externo.
La meditación caminando es una invitación a disfrutar del aquí y ahora, a reconectar con tu cuerpo y tu entorno de manera plena. Aprovecha este verano para practicarla y descubrir una nueva forma de cuidarte y cultivar la calma en cada paso que des.